Consejos y consejeros

Desde que me calcé por primera vez unas zapatillas -en octubre de 2010- no he dejado de tener el apoyo de diversas personas que, a día de hoy, siguen dándome sabios y eficientes consejos. Por supuesto los sigo a rajatabla… ¿cómo no voy a tener en cuenta sus lecciones?. Sería estúpido por mi parte no escuchar a alguien que ha participado en unos Juegos Olímpicos, que ha terminado un Ironman o ha corrido media docena de maratones. Ni en sueños podré seguir sus pasos porque soy consciente del lugar que ocupo -modesto popular corriente sin pretensiones inalcanzables- pero sí puedo presumir de tener personajes de semejante calibre tan cerca. A todos esos espejos y guías mi más profundo agradecimiento; para ellos estas líneas.

Mi hermano, Jorge Grandescués, por sacar tiempo de donde no hay, por su capacidad de organización, constancia, generosidad y esfuerzo. Se propone hacer un triatlón de larga distancia y lo acaba en tercera posición; se prepara la Quebrantahuesos a conciencia y hace un acojonantemente grandioso 6h25min; pone el punto de mira en un maratón y firma un tiempazo de 02:48:30. Así es el brodel. Si no hubiese sido por él las únicas zapatillas que llevaría serían las de estar por casa. En lo deportivo no deja de sorprendernos. En lo personal sigue estando muy por encima de la mejor de sus carreras. Naturalmente, transcribir sus mensajes resultaría complicado porque ocuparía el mismo espacio que la Wikipedia. Todo lo que pueda avanzar y mejorar será empeño suyo. Seguro.

Hablando de hermanos, los ilustres García son los que, en su día, me dieron el consejo clave: “no lo dejes”. Estas fueron las palabras de Carlos, quien junto a su hermano Roberto, culminaron una vida deportiva repleta de éxitos. Empezaron de chavales correteando en Fuendejalón y terminaron en los Juegos Olímpicos de Atenas. Antes solamente veía sus triunfos sin parar a pensar lo que supone alcanzarlos. Ahora me doy cuenta de que muy pocos pueden conseguir lo que esta pareja consiguió.

Por supuesto, mi amigo Jesús Larumbe tampoco ha estado al margen. Pasó de compartir heavy metal a aconsejarme indiscriminadamente. Alternó conciertos y discos con trotes y salidas por la capital del Ebro. Ahora soy yo el que le devuelve esos ánimos cuando le veo correr en las populares que se pule. Ayer, sin ir más lejos, fue la última. A 3´36´´ que va el tío en 10 kilómetros. Fucking very nice!!!.

El apoyo de Raúl Pascual, compañero de fatigas senderistas en el trabajo, fue uno de los que llegaron más temprano. Yendo de ruta en ruta, pateando medio Aragón, me contaba su experiencia: cómo empezó, sus primeras carreras, contratiempos, alegrías, el salto a la maratón… ahora ha incidido media docena de veces en esta distancia y no escatima en compartir conmigo todo lo que sabe, que no es poco.

Por último, los que estuvieron mucho antes del running, mis primos. Juntos hemos hecho piña, en plan siciliano, y juntos coincidimos en una sana afición que hace tiempo era impensable. Cada uno con sus capacidades y objetivos, en su justa medida. Miguel, además de correr, prefirió nadar y suele competir en triatlones por relevos; Enrique ha experimentado una evolución tremenda tanto en bici, como en carreras a pie. Y lo de Luis no tiene nombre, así de claro. Las cifras que maneja el mayor de la saga asustan a cualquiera. El Carmen Sierra Running Team, como así se llama nuestro equipo –en honor a la abuelica- es lo mejor que me ha sucedido desde aquel mes de octubre de 2010.

Así pues, comparto al 100% las palabras de aquel tipo que escribió “lo importante de correr con alguien es estar con ese alguien”.

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Pasos a seguir

Este post propone unas cuantas sugerencias para que disfrutes más del vino -si cabe-. Ponlas en práctica si no tienes nada mejor que hacer y verás cómo se te queda el cuerpo. Todas ellas funcionan. Basta con tener ganas, tiempo y algún eurillo suelto, eso sí.

Aprovéchate de las redes sociales

Son una herramienta muy útil para saber lo que se cuece en el mundillo. Plataformas como Twitter te permiten estar al día con una inmediatez asombrosa. Además, puedes seguir a quien te de la gana sin tener que esperar a que tus solicitudes de amistad sean aceptadas -en Facebook es un requisito ineludible-. En la plataforma que muchos conocen como el “sms de internet”, osease Twitter, hay millones de personas relacionadas con el vino. Entérate de lo que publican, entre otros, @RobertMParkerJr, @RandallGrahm, @Timatkin o @JancisRobinson. Si por el contrario quieres autopromocionarte en lugar de alcahuetear abre una cuenta en Linkedin, el mayor muestrario profesional donde, como es normal, hay mucha gente emparentada con el vino.

 Catas de sobaquillo, cuantas más mejor

Júntate con varios amigos y que cada cual lleve una botella. Estableced entre todos los precios máximos y mínimos de cada muestra, escoged las zonas que más os interesen, comprad vinos elaborados con la misma variedad y comparadlos entre sí, haced catas verticales, horizontales… lo que os plazca. Este tipo de quedadas son interesantísimas porque te permiten probar muchas marcas sin tener que desembolsar un quintal. Aprender se aprende un montón. Y el buen rato está garantizado. Basta con un grupete de colegas, unas cuantas botellas, copas a mansalva y a disfrutar de lo lindo. Pocas cosas a escote son tan placenteras como las catas de sobaquillo.

 Apúntate a todo

En ciudades como Zaragoza existe una programación semanal bastante holgada. En un mismo día pueden coincidir varios saraos así que tendrás que ser selectivo: cursos de cata, presentaciones, cenas maridadas, charlas… no seas vago y exprime tu agenda al máximo. Además, si eres de los que nunca tiene suficiente, hazte socio de clubs privados y participa en foros vinícolas. Obviamente te tiene que gustar mucho el vino para dedicarle tanto tiempo; pero ya se sabe, un hobby es un hobby así que, salvo que roces la obsesión, cualquier locura está justificada.

 Sé infiel…

Y, por supuesto, no mires con quién. Si te gusta la música no te conformes sólo con un género y, ni mucho menos, con un grupo. Puede que el jazz sea tu primera opción pero métele de vez en cuando algo de blues, rock setentero, ritmos balcánicos, reggae, trash-metal, ópera, funky, tango, new age y todo lo que se te antoje. Hazle un hueco a cualquier género para tener más alternativas y así luego eliges lo que más te gusta. Con el vino igual. Si te quedas solo en una denominación o en una variedad te estás perdiendo otras muchas sorpresas. Muchísimas.

 Sigue visitando bodegas

Probablemente una de las fórmulas más efectivas para aprender y disfrutar al mismo tiempo. Gracias a todas esas bodegas que abren sus puertas de par en par lo tienes cada vez más fácil: llamas por teléfono –o envías un e-mail-, concretas día, hora y número de asistentes y, a partir de ahí, a dejarse llevar. Presta atención a todo lo que te cuentan y pregunta todo lo que tengas que preguntar. Aprovecha al máximo porque estás en el lugar de origen del vino. En ocasiones hasta puedes coincidir con los padres de las criaturas, bien sea en el viñedo o dentro de la bodega.

 Regala vino

Esta sugerencia tiene un doble sentido: que tú regales y que, como compensación, empieces a recibir obsequios del mismo calibre -de vez en cuando hay que ser un pelín egoísta-. Siempre hay un tipo de vino para cualquier persona. Sean cuales sean las pretensiones del beneficiario seguro encuentras una botella que le encandilará; así, por ejemplo, si tienes que obsequiar a alguien que se está iniciando decántate por algo que resulte fácil de beber (blancos frescos y agradables o rosaditos golosos sobre todo). Aumenta la estructura y la potencia del vino conforme el receptor tenga más rodaje… y busca algo que le sorprenda. Es decir, no le des a un gallego una Treixadura, ni un Moscatel a un alicantino. Ahora bien, si no sabes qué regalar opta por el champán. Nunca falla.

 Por supuesto ¡bebe!

De nada sirven las redes sociales, los viajes y los regalos si, al final, no descorchas con suficiente asiduidad. Los españolitos tenemos el honor de ser unos de los que menos vino bebemos de toda Europa. En estos momentos estamos por debajo de los 17 litros por persona y año, una cifra muy distante de los casi 50 litros que se consumían en los 80 -del siglo pasado, se entiende-. Así que debemos incrementar este miserable dato aún sabiendo que muchos de nosotros no podemos hacer más por subir la media.

Los 10 más caros

Dicen que al mal tiempo –véase época de yuyu económico- hay que plantarle buena o aparentemente buena cara, depende. La dichosa crisis es algo que desgraciadamente se ha aceptado como animal de compañía porque quien mas o quien menos la tiene metidita en casa, cual nuevo inquilino que de buenas a primeras se presenta para quedarse.

Precisamente en estos tiempos de ajustes e incertidumbres es cuando el polo opuesto se distancia todavía más de la vida real. Ahora más que nunca sorprenden listas como las Forbes en las que se hacen inventarios de hiper-multi-podridos de pasta, de cuáles son las empresas más influyentes del planeta o de las celebridades que más billetes derrochan a lo tonto.

Dicha revista sigue siendo amiga de cuantificar fortunas y afortunados, y recientemente ha dedicado una investigación para determinar cuáles son los vinos más caros del mundo. Lo ha hecho teniendo en cuenta subastas y valoraciones de personalidades del sector. Como podrán imaginar en tiempos de crisis todavía parece más disparatado saber lo que alguien llega a pagar por una botella.

Los vinos listados son intocables, míticos, fascinantes; son marcas históricas que por sí solas representan la élite mundial del vino. Un servidor no entrará a valorar si valen lo que cuestan porque esas referencias conllevan un añadido intangible imposible de calcular. Es el mismo plus que tiene Bugatti o Lamborghini en automóviles, Vacheron Constantin en relojes o Salvatore Ferragamo en zapatos. Por muy despampanante que parezca siempre hay alguien que puede conducir un coche de alta gama llevando un peluco de varios millones de euros en su muñeca. Es el mismo fulano que cuando decide tomarse su copa de vino no lo hace con un corrientón sino, obviamente, con  cualquiera de las botellas que, según Forbes, son las más caras.

El puesto más alto del ranking lo encabeza la cosecha 1787 del bordelés Château Lafite. El propio editor de la revista antes mencionada, Malcom Forbes, apoquinó 160.000€ por una botella de aquella antiquísima añada. Lo hizo en el año 1985 y tal fue la repercusión de la compra que hasta saltaron las alarmas especulando si era auténtica o no.

El segundo cajón también lo ocupa un francés de Burdeos, concretamente de la región de Sauternes. Château d´Yquem es otro fausto embotellado cuya añada de 1811 costó 84.700€. El coleccionista y restaurador galo Christian Vanneque se llevó la susodicha después de que la propia bodega comprobase su autenticidad, certificado de inspección mediante. No se sabe si la ha descorchado ya o si la conserva en su restaurante balines. Lo que está claro es que 200 años embotellados no pueden ser abiertos de cualquier manera.

Forbes sitúa en el tercer puesto a un australiano, el Penflods Grange Hermitage de 1951, una referencia de la que tan sólo quedan 20 botellas en todo el mundo. Que haya tan poca mercancía circulando es probablemente uno de los motivos que “ajustan” su precio a 27.210€. Calderilla.

Los que vienen a continuación son mucho más asequibles, dónde va a parar. No llegan ni de lejos a los cuatro millones de las antiguas pesetas así que están al alcance de cualquier hijo de vecino.

El Cheval Blanc cosecha 1947 costó 23.870€ pero había trampa. La botella era de tres litros así que menuda ganga. Este vino de Saint- Emilion fue adquirido por una potente compañía vinatera de San Francisco que se llama Vinfolio. Solo con entrar en la web ves por dónde van los tiros. Menudo catálogo se gastan.

En la mitad de la tabla también se encuentra otro mítico: Château Mouton- Rothschild. La casa de subastas Christie´s vendió un Jeroboam -botella de 4,5 litros- de 1945 a 20.245€. Un comprador anónimo se hizo con la preciada joya que, comparada con otras referencias, sale tirada de precio. ¡No llega a 4.500€ el litro!. Así ya se puede.

Si alguno de ustedes está echando en falta otras marcas sagradas que espere y siga leyendo, porque hay sorpresas, como la del número seis. De Napa Valley, en California, llegó el Inglenook Cabernet Sauvignon de 1941 por el cual se abonaron 17.428€. Lo hizo otra mega compañía norteamericana (Zachys) si bien años atrás el director de cine Francis Ford Coppola tenía otra en su casa de la misma añada. Por lo tanto, segundos platos no molan.

La lista regresa a Francia ya que los siguientes vinos proceden del país vecino y es a partir de aquí cuando salen a escena las marcas que cualquier aficionado domina. El Montrachet Domaine de la Romanée Conti de 1978 se subastó en Sotheby´s y alcanzó un precio de 16.888€, pecata minuta. Durante un tiempo la botella se podía adquirir en Wine&Spirits de Nueva York pero, para desgracia de alguno de ustedes, he de decirles que esa añada ya no está disponible. De todos modos, entren en http://www.wine-searcher.com y busquen algún otro chollo.

Por 14.221 se vendió una botella también de Romanée Conti de 1934. Según los expertos este 1er Cru es uno de los más valiosos ya que tan sólo se había elaborado ese año, en 1999 y en 2002. De esa misma casa salió el noveno de la lista Forbes: la añada 2003 que, como debió ser pelín regulera, costaba unos miserables 3.283€.

En el último puesto, ocupando el número 10, se haya el Chateau Petrus 2005. Solamente cuesta 2.242€ pero hay que ponerse a la cola. Uno no puede llegar a una tienda con un fajo de billetes y llevarse una botella a casa. Hay una lista de espera como las de la Seguridad Social ya que es una de las añadas más célebres de Burdeos.

En total, sumando el precio de las diez botellas salen 370.087€. Si quieren podemos empezar a gestar un luxury botellón entre varios para darnos un homenaje. Con que estemos unas 5.000 personas será suficiente.

Experiencias popurruners en 2012

En la Riviera Maña, más concretamente en Zaragotam, muchos son los que estrenan el calendario runnero el 29 de enero. Y no porque sea festividad, sino porque ese día tiene lugar una carrera más que recomendable: la Carrera del Roscón. Ambientazo, buenísima organización, recorrido por el entorno Expo y un Ebro casi desconocido, mucha gente… todo a lo grande. Este año nuestro querido cierzo no quiso perderse la cita y nos castigó de lo lindo. A pesar del viento terminé más contento que unas castañuelas porque quería acercarme a los 45´ y así fue: 46´10´´.

En febrero llegó la Popular Parque José Antonio Labordeta, un 6k por la mejor zona de la ciudad para correr que, además, me pilla a un paso de casa. En la línea de salida había gente de todos los niveles aunque la palma se la llevó mi compadre Jesús Larrumbe, que subió al podio. Naturalemten mis 25´46´´ quedaron en segundo plano porque el mérito le correspondía a mi grandísimo amigo. Oé, oé, oé!!!.

Casi un mes mas tarde me marché a la Cursa de Bombers de Lleida, probablemente la prueba que más nervios me generó porque quería ir a por el 45´ fuera como fuese. La noche de antes casi ni dormí… no hacía mas que pensar en la dichosa carrera. Por suerte esos devaneos inservibles me los he quitado de la cabeza; qué más da, si uno conoce sus limitaciones y no aspira a metas inalcanzables disfruta el doble. Y yo lo hice, sobre todo cuando vi en el reloj un 45´34´´ como una catedral. En menos de un año le había rascado cinco minutos al 10k y eso, como diría el rey, me llenaba de “odgullo y sadisfación”.

La siguiente cita volvía a casa, al parque por donde suelo salir a correr habitualmente. En esta ocasión tenía una distancia de 12kms y estaba apadrinada por Frutos Secos El Rincón. Fue el 29 de abril y apenas había salido a trotar en todo el mes. Quería probarme de cara a mi estreno en medio maratón pero no tenía ninguna esperanza: entrenar ocho días en un mes y medio no es nada alentador. Sin embargo, me salió una media de 4´44´´ el kilómetro y ello me animó muchísimo para acometer el gran reto del año… estaba muy cerca.

Había llegado la hora de dar el salto a los 21 kilómetros. No lo llevaba bien preparado, no sabía si sería capaz de terminarlo, tenía muchas dudas… pero la motivación rozaba el 100%. Iba a correr con mi hermano y fue él quien me guió hasta la línea de meta. Indescriptible!!!. El bautismo fue el 13 de mayo en el Medio Maratón de Zaragoza y el tiempo infinitamente mejor de lo que había imaginado -01:45:28-.

Llegó el «parón» veraniego pero antes mi colega Javier, del grupo Ciempiés, me dio una alegría tremenda. Es uno de los miembros de la organización del 10k de Zaragoza y me propuso llevar el globo de 55´. Fue un privilegio acompañar a tanta gente y ver las caras de alegría cuando el reloj marcaba 55´37´´ bajo el arco de meta. Una responsabilidad pero también uno de los mejores días como corredor popular.

Pero claro, hete aquí el chiste. Como no todo iban a ser flores, también conocí la otra cara de la moneda. Había hecho los deberes durante las vacaciones y no me había saltado ni un solo entrenamiento. Total, que llegué a la Media Maratón del Somontano y pinché estrepitosamente. En el kilómetro 3 quería morirme. Me sentía pesado, las piernas no rulaban, por la mente solo pasaban pensamientos negativos… un día criminal. De no ser por mi brodel habría tirado la toalla nada más empezar pero me animó hasta la línea de meta. Fueron casi dos horas de agonía (01:56:39). Sin embargo, experiencias como aquella sirven para poner a cada uno en su sitio. Y yo ya sé cuál es el mío.

La espina del Somontano fue un caso aislado porque en 2012 casi todo han sido buenos momentos. El siguiente llegó en el 10k que se organiza paralelamente al Maratón Internacional de Zaragoza. Mi amigo y compañero de trabajo, Víctor Baena, se estrenaba en esto de las carreras populares. Me pidió que hiciera de liebre y, por supuesto, allí estuve, animando y apoyando como tantas otras veces lo había hecho mi hermano conmigo. Su meta era bajar de una hora y vaya si bajó. Tiempazo de 54´26´´ y alegría a granel.

La penúltima del año era algo nuevo para mí porque, más que ruta, parecía un cross puro y duro. La Carrera Pinares de Puerto Venecia marcha por nuestro querido monte de Torrero y tiene un desnivel al que no estoy acostumbrado. De hecho, porque prefiero el llano, no suelo salir por el monte ya que acuso demasiado los perfiles irregulares –véanse repechos y cuestas sofocantes-. Contra todo pronóstico me sentí muy a gusto y terminé los 11kms en 52´40´´. La principal consecuencia de esta prueba es que ya empieza a picarme la curiosidad por hacer alguna carrera de montaña… aunque eso es otra historia.

Así que tras esta retahíla de carreras me planto a comienzos de noviembre y espero como agua de mayo la última prueba de 2012. Juro por el niñito Jesús que tras la Behobia no correré hasta que entre el nuevo año. Os contaré cuáles son mis objetivos para el 13 así que espero sugerencias y, sobre todo, consejos.

Vinos de Aragón

Hay nombres propios que rápida e irremediablemente se asocian con esta tierra. Son emblemas y estandartes que tienen tanto ADN aragonés como que cualquier persona los vincula con nuestra comunidad. Todo el mundo conoce a Buñuel, sabe que Ordesa está en el Pirineo y que los amantes son de Teruel. Por esta misma regla de tres, también suenan nombres como los de Cariñena, Garnacha y Somontano, entre otros. ¿Lo ven?. Algunas de las imágenes que exporta Aragón tienen que ver con el vino.

Abran el mapa: D.O., VT, Vino de Pago…

Con Cariñena, por ser la más veterana, comenzó esto de las denominaciones de origen vinícolas en Aragón ya que se reconoció, como tal, en 1932. Hoy, con 15.925 hectáreas y 56 bodegas inscritas, es la de mayor envergadura de toda la comunidad.

Hasta 1980 fue la única D.O. existente porque aquel año nació Campo de Borja. Ha llovido mucho desde aquellos primeros años ochenta y hoy son 17 las bodegas que se encargan de trabajar las 7.414 hectáreas que están dedicadas al viñedo.

Continuando con el orden cronológico, entrados ya los noventa, le llegó el turno al Somontano, la única denominación de origen vinícola que existe en Huesca. Fue aprobada en 1984 y, a día de hoy, son más de 4.700 hectáreas las que sirven de base a 34 bodegas.

La más joven es Calatayud ya que apareció como D.O. en 1989. También es la más recogida en cuanto a número de bodegas -15- y no tanto en extensión. Dispone de 5.621 hectáreas de viñedo y, de hecho, se le saca buen partido a todas y cada una de ellas.

Luego están los Vinos de la Tierra, una nomenclatura que, por resumir, se define como la antesala de una denominación de origen. En Aragón hay seis zonas de este tipo que suman algo más de 4.500 hectáreas y 44 bodegas inscritas. Por número de proyectos sobresale el Bajo Aragón con 18 bodegas, seguido de la Ribera del Gállego- Cinco Villas (9), Valdejalón (8), la Ribera del Jiloca (5), el Valle del Cinca (3) y la Ribera del Queiles (1).

Por último, en lo más alto de la pirámide cualitativa del vino en España están los Vinos de Pago. En nuestro país tan sólo existen once bodegas capaces de ostentar este rango y una de ellas está en Aragón; se llama Aylés.

Hectáreas, bodegas y kilos

El vino en esta comunidad pasa por una superficie de aproximadamente 38.000 hectáreas y cuenta con un total de 167 bodegas. Sumando extensión y producción, somos capaces de elaborar unos 130 millones de kilos de uva, lo que se traduce en 92 millones de litros de vino -más o menos-.

No es que seamos una gran potencia porque si nos comparamos, por ejemplo, con la D.O.C. Rioja nos damos cuenta de la envergadura que tenemos. Ella solita suma más viñedos -63.000 hectáreas- y sus 600 bodegas producen más de 277 millones de litros. Pero nosotros a lo nuestro. Aportamos un más que considerable granito de uva dentro del cómputo global así que somos lo que somos, con DNI propio y con unas señas de identidad que nos diferencian del resto. Nada que envidiar.

Uvas, uvas, uvas…

El Aragón vitivinícola tiene un preciado patrimonio en el suelo, en la viña. Echando cuentas son 23 variedades de uva las que tiñen el viñedo de esta comunidad, cada una con sus particularidades y cada particularidad con sus matices. Son Cabernet- Sauvignon, Chardonnay, Garnacha Blanca, Juan Ibáñez -o Moristel como la llaman en el Somontano-, Macabeo, Cariñena o Mazuela, Merlot, Monastrell, Moscatel de Alejandría, Parellada, Syrah, Tempranillo, Vidadillo, Pinot Noir, Parraleta, Gewürztraminer, Alcañón, Riesling, Sauvignon Blanc, Garnacha Tintorera, Moscatel de Grano Menudo, Verdejo y Malvasía. Con semejante escuadrón varietal es lógico que el catálogo vinícola sea amplísimo. Y está listo para atender cualquier necesidad bien sea de aquí o de otros puntos del planeta.

Los más caros

Aquí también tenemos marcas que, si fueran moda de alta costura, bien podrían estar en las boutiques más chupilerendis del mundo mundial. Son productos que por su exclusividad excluyen. Y es que exigen de un desembolso considerable. Aún así, para consuelo de muchos, están lejos de copar los puestos más altos de nuestro país porque, por muy extraño que parezca, ninguno se asoma a los precios que se manejan en otras zonas de España.

El de mayor precio -y ojo, no digo caro- es el Enate Uno Chardonnay. La cosecha de 2002 cuesta 285€. Curiosamente la misma bodega acuña el siguiente, esta vez un tinto: Enate Uno 2005 cuyo precio es de 132€. Si queremos seguir descendiendo en la lista debemos quedarnos en el Somontano, concretamente en la bodega Irius, cuyo Premium de la añada 2007 tiene un coste de 128€. Por último, el cuatro procede de la D.O. Campo de Borja, se llama Aquilón y el del año 2006 vale 108€.

Los vinos mejor puntuados (según Peñín)

José Peñín es una de las figuras más relevantes de la crítica vinícola nacional. Además de haber firmado casi una veintena de libros, edita anualmente la guía que lleva su nombre. En la edición de 2012 aparecen referenciadas más de 2.000 bodegas y casi 10.000 vinos catados, casi nada. No faltan, por supuesto, los aragoneses y, según él, los que más calificación merecen son:

Calatayud: Con 93 puntos sobre 100 aparecen tres vinos. Lajas 2008, Las Rocas de San Alejandro 2009 y Las Rocas Viñas Viejas 2009.

Campo de Borja: Aquilón 2008, Alto Moncayo 2008 y Pagos del Moncayo 2009 con 97, 95 y 93 puntos respectivamente.

Cariñena: Aylés Tres de 3000 2007 (94), Anayón Garnacha 2008 (92) y Sierra de Viento Moscatel Vendimia Tardía (92).

Somontano: Enate Uno Chardonnay 2006 (96 puntos), Viñas del Vero Chardonnay 2010 (94) y Enate Uno 2005 (94).

Vinos de la Tierra: Bajo Aragón (Venta d´Aubert Viognier 2010. 92 puntos). Ribera del Gállego- Cinco Villas (Firé 2009. 92 puntos). Ribera del Jiloca (Muret Vidadillo 2009. 90 puntos). Ribera del Queiles (Guelbenzu Red 2010. 89 puntos). Valdejalón (Latidos I Love Latidos 2008. 90 puntos). Valle del Cinca (Valonga Saso Alto 2007. 87 puntos).