Ni de autor, ni femeninos

Sigo sin entender algunos de los tópicos que subsisten en el mundo del 
vino. Parece imposible exterminarlos y por más hincapié que se haga no 
hay manera… siguen vigentes y mantienen –si no incrementan- el número 
de defensores.

¿A que continúan escuchando eso de “vino de autor”?. A mí es una 
expresión que me saca de quicio porque sabemos de su intención pero no 
es un término exacto. Detrás de cualquier vino hay un equipo humano 
así que, por lo pronto, no debe ser de autor, sino de “autores”, en 
plural. Además, antes se utilizaba como reclamo comercial pero a estas 
alturas de la vida ha dejado de tener el crédito que alcanzó en 
tiempos. Cuando se decía “vino de autor” nos cuadrábamos firmes y 
asociábamos ese giro a una marca de padre muy señor nuestro. Solía 
venir precedida por la firma de su máximo responsable y nos 
olvidábamos del resto de personas que habían intervenido en él.

Otra de las idiotadas frecuentes es lo del “vino femenino”. ¿Cómo?, 
¿perdón?. Si es ligero, dulce, fragante, sutil y delicado parece que 
tenga que asociarse con las féminas, como si hubiese vino para unos 
–hombres- y otras –mujeres-. Pues no. Vale que al novato hay que 
entrarle con ese prototipo de vino, pero de ahí a que se les ponga 
directamente un marchamo mujeril no cuela. Tampoco es un argumento de 
venta aunque lógicamente habrá quienes lo usen –mal usado-. Me vienen 
a la cabeza muchos nombres de amigas que odian esta expresión. Más que 
nada porque no se cierran en balde a ningún estereotipo y, 
básicamente, porque catan de maravilla.

Puestos a cumplir los propósitos que trae consigo el cambio de 
almanaque a ver si empezamos a tumbar falsos mitos como éstos. Por 
desgracia no son los únicos que perviven pero nuestra inquietud y 
empuje seguro que terminan desbancándolos. Por algo hay “cultura del
vino”… ¿o eso también es un tópico?.

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Culturilla de salón: la Filoxera

Imagínense que de un día para otro surge, así como si nada, el virus informático más temido y devastador de todos los tiempos. Háganse a la idea de su brutal capacidad aniquiladora y de cómo, impasibles, ni los mejores especialistas del mundo podrían combatirlo. No estaríamos preparados para semejante hecatombe, ¿verdad?.  Según me contaba un amigo informático, que de estos asuntos sabe la tira, el primer virus apareció -o como diría él, se creó- en 1972. Se le bautizó con el nombre de Creeper ya que cuando se metía en las tripas de cualquier ordenador soltaba un mensaje en la pantalla que decía, traducido al castellano, “soy una enredadera, córtame si puedes”. Creeper en cristiano significa planta trepadora.

Ahora que se sabe cómo los virus nacen, crecen, se reproducen y mueren “parece” estar todo más controlado o al menos el mundo entero está prevenido por si llega un gusano de este pelaje. Y fíjense, le vi cierta similitud a estos bichillos tecnológicos con uno que hasta parece tener nombre informático: Dactylosphaera vitifoliae, más conocido como filoxera.

La filoxera no es otra cosa que un insecto que cuando llegó a la viticultura europea la dejó temblando. Menuda la que lió al ver que fuera de casa podía arrasar con todo lo que pillaba. Sin lugar a dudas, el surgimiento de la filoxera cambió los esquemas del vino en el viejo continente y fue el capítulo más triste de cuantos se han escrito en el libro vitivinícola.

El bicho en cuestión es originario de algunas zonas de Estados Unidos y fue examinado por primera vez en 1854. Se alimenta de cualquier planta del género vitis, incluida por supuesto la vinifera, la vid europea, la empleada para confeccionar vino. Casualmente hay cepas que resisten los ataques de la filoxera y otras están absolutamente desprotegidas. ¿Y cuál es una de las más indefensas?, pues imagínenselo. Ahora bien, la que mayor resistencia ofrece es la americana Muscadinia, la vitis rotundifolia. Por eso, en los USA no hubo ningún tipo de plaga ya que allí era inofensiva. Poco podía hacer la filoxera en su lugar de origen ya que, por mucho que insistiese, las cepas de aquellas latitudes ni se canteaban.

Sin embargo, y aquí empezó el cataclismo, una de aquellas cepas americanas infectada aterrizó en invernaderos de Inglaterra e Irlanda en 1863. En Estados Unidos la filoxera era inofensiva pero una vez hallada en Europa causó una desgracia de terribles consecuencias.

Algunos viveristas europeos quisieron ensayar e investigar con vides americanas para combatir así el oidio, un don nadie si lo comparamos con su prima la yanki. Por eso, de la noche a la mañana, trajeron plantas del otro lado del atlántico, con fines experimentales… pero se tornaron en desdicha.

Desde el mismo año de su llegada la cronología destructiva fue la siguiente: viticultores de la Provenza francesa, en Château d´Anguillon, detectan una extraña enfermedad en sus viñas -fue tal la inmediata incidencia en el país vecino que en 1868 se había creado una comisión para su estudio-. En 1878 la filoxera se pulió 1.200.000 hectáreas de viñedo francés. Pero mientras se expandía por Francia, al insecto le dio tiempo de entrar en Portugal (1868), en Alemania (1875) y, cómo no, en nuestro país.

Para entrar en España, en 1878, la filoxera llamó a tres puertas y no a una. Entró por Gerona, Málaga y Orense. En principio fueron tres focos, suficientes como para propagarse por el resto del país salvo Canarias, que quedó al margen de la plaga. La dispersión fue lenta ya que tardó más de 45 años en llegar a las últimas zonas, o sea, Rioja, Cariñena, Jumilla, La Mancha, Requena y Tierra de Barros.

Pero hubo regiones en la piel de toro que salieron, en principio, bien paradas. La Rioja, sin ir más lejos, se aprovechó del destrozo que había causado en Francia porque los galos tuvieron que ir a por vino a otras zonas para amortiguar el vacío que la filoxera había dejado en su país. La Rioja en dos décadas duplicó su viñedo, casi nada, pero el insecto maligno también llegó al viñedo riojano. Y lo hizo con fuerza, llevándose miles de hectáreas por delante en diez años.

Ejemplos como el riojano los encontramos muy cerca de aquí, en una zona que mucho tuvo que ver con la lucha filoxérica. Aquellos compradores franceses también llegaron a Cariñena, lo cual favoreció una importante actividad mercantil y, sobre todo, científica. De hecho, esta zona fue la que mejor se preparó contra la plaga y supuso el kilómetro cero para la recuperación del viñedo español. De Cariñena salieron las estacas para replantar en otras zonas vinícolas del país. Aquel esfuerzo le valió, en 1909 y por parte de Alfonso XIII, el título de ciudad. Al monarca se le agradeció el gesto con una fuente de la que manaba vino, la misma que todavía hoy tiñe de rojo picota la Fiesta de la Vendimia.

Como los grandes males se combaten con grandes remedios fueron los americanos los que aportaron soluciones para lidiar con la filoxera. Científicos made in USA vieron que las vides sensibles al bicho eran europeas en pie franco, es decir, manteniendo sus propias raíces. ¿Y qué hicieron? pues injertar viníferas sobre pies -o raíces- americanas ya que a éstas la filoxera no les afectaba lo más mínimo.

Con esa solución, vigente en cada cepa actual, la filoxera pasó a mejor vida. Destrozó el viñedo pero éste se recuperó. Ahora, los bandazos que le llegan al sector no están en las raíces… aunque de esta también se saldrá porque el las gentes del vino tiene antivirus para todo.

Y en 2014…

Cierro el ejercicio runnero de 2013 con un inmejorable sabor de boca. Pude cumplir los dos retos propuestos hace exactamente un año y tanto el desembarco en el trail running, como el maratón, fueron conseguidos… ¡¡¡con lo inalcanzables que parecían por aquel entonces!!!.  Definitivamente esto me ha enganchado y me considero ya un yonki perdido del popurunning –sabiendo en todo momento dónde estoy y hasta dónde puedo llegar-. Por lo tanto, con este grado de sana intoxicación, empiezo a echar cuentas de lo que quiero que suponga 2014. Va a ser el año de subir un escalón llamado… ay madre… ULTRA.

Quiero quitarle asfalto al asunto -aunque me inscribiré a unas cuantas irrechazables- para que el monte vaya ganando terreno. La experiencias del Sobrarbe y Guara fueron alucinantes y es ahí donde estoy más a gusto. Me siento más cómodo entre sendas y caminos ya que mi trabajo me permite estar pateando montes muchos días al cabo del año -eso sí, a un ritmo suave; lo que en estas tierras se traduce como chino chano-.

Echando cuentas, para ir iniciándome en la larga distancia, he marcado tres citas a las que asistiré si todo está en su sitio.

La primera de ellas es la Jorgeada, el día de nuestro patrón, 23 de abril: una andada popular que enlaza la Plaza del Pilar de Zaragoza con la ermita de San Jorge de Huesca. Son 75kms, tiene poco de competición y sí mucho de lección para ver cómo responde el cuerpo y la cabeza durante tantas horas… y además de noche.

En junio vendrá el Trail del Sobrarbe. Por aquello de haber quedado segundos en el concurso de vídeo de la edición 2013 , la inscripción ya está hecha porque era uno de los premios. Ahora bien, todavía no está decidido si iré a por la distancia media (42kms) o a por la larga (66kms). No sé qué pasará, algo tendrá que decir el transcurso del año y el miedico ese que sigue ejerciendo presión.

Por último, la tercera y última de las irrenunciables, se localiza en Guara, con principio y final en Alquézar. Y también me asaltan las dudas del recorrido que seguiré –no lo digo porque vuelva a desorientarme, aunque tampoco pongo la mano en el fuego-. La opción que más me atrae es la de 98kms… una auténtica locura que, por suerte, está a diez meses vista. Si se hacen bien los deberes hasta podría llegar a pensar que puede completarse.

Espero que 2014 sea tan provechoso como lo ha sido el año que acabamos de despedir. Ha habido momentos inolvidables, experiencias acojonantes y personas que, por fortuna, siguen estando tan cerca como que sus ánimos se van entrelazando unos con otros.

A ver qué pasa!!!.

Ultra Trail Sobrarbe https://www.youtube.com/watch?v=G1mXl3llsJ4

Ultra Trail Guara Somontano https://www.youtube.com/watch?v=fqZha4m5lmk