Mala noticia (o regulera) y buena (o tremendísima)

Dicen que las malas noticias tienen alas y las buenas andan a penas. Es verdad. Cuando menos te lo esperas recibes una de las amargas mientras que a las otras, a las dulces, parece que les cuesta llegar.

Sin embargo, hay ocasiones en las que ambas se presentan de manera inesperada. En este caso, eso sí, la mala no lo es tanto -no hay que dramatizar ni de lejos- y la buena es buenísima.

En el Trail del Sobrarbe 2013 con el brodel. Este año no podremos repetir.

Resulta que el plan de correr dos trails potentes antes de las vacaciones de verano se ha esfumado. No puedo correr ni la TMT en su versión 25kms, ni el Trail del Sobrarbe. ¡¡¡Con la ilusión que me hacían ambas!!!. En el primer caso porque jamás he hecho la Transmontesblancos -y tenía magníficas referencias- y en el segundo porque la del Sobrarbe fue mi primera y además estuve con mi hermano. Ya lo siento. Corretear por los montes de La Puebla de Alfindén me molaba para utilizarlo como entrenamiento potente sobrarbense. Pero ni una ni otra.

Por cuestiones laborales, que benditas sean por otra parte, toca trabajar los sábados durante una temporada y no puedo calzarme las zapas. Aunque pensándolo bien es una «mala» noticia envuelta dentro de una buena porque el proyecto que hemos empezado tiene muy buena pinta. Próximamente en sus pantallas, como se suele decir.

Creo que esta corresponde a la edición de 2011. Dentro de unos días repetiremos. ¡¡¡Olé!!!

La buena -véase también de putísima madre- llegó de la mano del Grupo Ciempiés, organizador de la 10k de Zaragoza. Por tercer año consecutivo me han permitido ser una de las liebres… la de 55´ concretamente. Para mí es un lujazo formar parte de esta prueba que este año pretende batir récords. Puede que sea, que se confirmará la semana próxima, la carrera en la que más mujeres participan (porcentualmente) de toda Europa. Algo de culpa tienen las titanas del Reto 10k Women Running y, por ende, sus responsables.

Supongo que será otra grandísima experiencia. El primer año (2012) fue el bautismo globero y tela los nervios que se cortaron aquella mañana. En 2013 hubo menos presión pero sí idéntica responsabilidad por clavar el tiempo que tenía asignado. Y el próximo 8 de junio habrá un poco de todo: empeño en mantener el ritmo de 5´30´´ el kilómetro, más experiencia e idéntica ilusión.

Para este humilde popurruner es, como digo, un honor poder ayudar a todos los que quieran ver 55´en la línea de meta. Menos mal que la 10k zaragozana no ha caído en sábado porque como hubiese tenido que renunciar también a ésta, vamos… ¡¡¡en todo lo que se menea!!!.

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En menos de una semana…

En menos de una semana han sucedido muchas cosas. Sobre todo dos. Ambas han tenido que ver con esta solución hidroalcohólica que me pirra y que, por fortuna, me sigue regalando momentos inolvidables.

La primera tuvo lugar en casa, en Zaragotam, un martes y 13 que hizo que me reafirmase en que las supersticiones son tremendas pijadas. Fue un día intenso y muy pero que muy rico.

La D.O. Campo de Borja organizó una cata de Garnachas como acto integrado dentro de la décima edición de su esperada muestra. Tuve la suerte de asistir a esta degustación en voz alta en la que se descorcharon siete tintos y tres mistelas. Todos 100% garnacheros, of course.

El lugar escogido –el que fuese en tiempos casino de la ciudad y hoy sea la sede central de Bantierra-, la convocatoria –no faltaba nadie- y por supuesto los vinos estuvieron a la altura. Cerca de 200 personas dando cuenta de los atributos que posee esta bella dama. Oé, oé, oé. Fue una buena tarde de cata junto a amigos y conocidos, fieles defensores todos de esta casta tan vinculada al suelo borjano.

El domingo al mediodía también estaba de Garnacha. Bueno, de Garnacha, Pinot Noir, Malbec, Chenin Blanc, Riesling, Pinot Gris, Müller Thurgau y no sé cuántas mil variedades más. Y como antes había jugado en casa tocaba marcharse lejos, concretamente a 1.556 kilómetros… ¡¡¡Ámsterdam!!!.

Acompañé a mi hermano para participar en el encuentro que apadrinaba Wijnimport J. Bart, amigo holandés de nuestro http://www.cutio.es. Y qué queréis que os diga… pues que me sigue costando procesar todo lo que sucedió en aquellas intensas jornadas -que fueron dos-.

Viajar con Jorge, estar con medio centenar de bodegas de todo el mundo, defender el Cutio y contagiar la ilusión que tenemos por él, compartir cada minuto con el brodel, aprender muchísimo, catar unos vinazos de morirse, callejear por una ciudad guapísima… parece mentira que hasta los instantes que pasaron desapercibidos en aquel momento tengan tanta fuerza días después. Sin duda, una de las mejores experiencias de mi vida que, como decía al principio, ha tenido que ver con esa solución hidroalcohólica.

Y, cómo no, con mi hermano.

La media inesperada

A las 07:30 sonó el teléfono. Era el brodel. Se había comprometido con mi primo Miguel para hacerle de liebre en la Media Maratón de Zaragoza (propósito 0145min) pero el día anterior tuvo problemillas en el cuello. Esperó hasta el último minuto y las molestias no cesaban. Por lo tanto, con tan sólo 90 minutos de margen, mi hermano me dijo “coge mi dorsal y acompáñale tú”.

Así empezó la aventurilla el pasado domingo. No tenía previsto participar en esta prueba (para mí, junto con la 10k de Zaragoza, una de las dos mejores de cuantas se organizan en Aragón) pero la familia es lo primero. ¿Que debes marcarle un ritmo constante al primo?, pues no se duda, se hace y además encantado de la vida.

A las 08:20, después de muchas prisas, estaba en la zona de salida y ahí fue cuando me di cuenta del cometido que debía cumplir. Tenía que ir a 5´ el kilómetro, algo que no había hecho desde la maratón de Donosti (allí nos mantuvimos Jorge y yo en 5´09´´). Estar preparando pruebas de monte –viva el trail- hace que las salidas sean más largas pero a ritmos bajos. No tenía costumbre de ir tan a saco y de ello empecé a mentalizarme mientras los 3.000 inscritos colapsábamos el Paseo Echegaray y Caballero.

Comienza la carrera, salimos bien colocados, hablamos y saludamos a los amigos que nos cruzábamos (que fueron muchos y por miedo a dejarme a alguno, a ninguno cito). Las sensaciones eran muy buenas.

El paso del km 5 genial, en tiempo, lo mismo que el del 10 (50´justos). Todo bien hasta que en el km14 el cuerpo empezó a avisar. En el 16 iba jodido -pero jodido del todo-, haciendo varias intentonas mentales de abandono. Si hubiese corrido solo no hubiese acabado ni loco. Para mí era ir demasiado deprisa y, encima, íbamos bastante alejados del globo oficial de la carrera (que clavó el crono, todo sea dicho).

Mi primo Peter estaba animando en cada esquina. Girabas una calle y ahí estaba; enfilabas una recta y aparecía con la bici. Sus ánimos fueron determinantes para tirar hasta el final. Un final que, además estuvo sonorizado por un rotundo y emocionante “Navascués campeón” antes de entrar en meta. Entre ánimos y cabezonería se pudo hacer. Ritmo medio de 5´01´´ así que muy contentos todos. Eso sí, creo que no había sufrido tanto en mi vida.

En la edición de 2013 hice 01h39min y me cansé mucho menos. ¡¡¡Pero si no pude ni despedirme de la family de lo hecho polvo que iba!!!. Casi me muero. Encima el capullo de mi primo iba hablando, sin sufrir… qué raza tiene el cabrón. Su hermano gemelo, Enrique, hizo 01h34min y tampoco se despeinó. ¡¡¡Viva la genética, copón!!!.

Las conclusiones que extraigo de estos 21kms son varias: por un lado, no se puede ir a lo loco –véase sin preparación- en una prueba tan larga. Abandonar nunca es la mejor opción porque la sensación de haber terminado es muy positiva. Ayudar a alguien, en este caso al primo Miguel, es lo primordial. Recibir ánimos de fuera puede llegar a ser determinante. Y seguir haciendo algo con lo que disfruto, también.

Romper una lanza…

Romper una lanza a favor de alguien es una expresión que procede de los torneos medievales. Cuando un caballero lo hacía antes de la gresca defendía el honor de otra persona.

Sin ser caballero –ni pretenderlo- y sin ningún ánimo de disputa quiero romper la mía para elogiar el trabajo de otros; en este caso de unos señores que se visten de los pies a la cabeza comenzando, eso sí, por las zapas de running.

Algunos de los monitores…

Se llaman Sergio, Gabi, Javier, Fran, Carlos… suman más de “ciempiés” y organizan desde hace un par de años el Reto 10K Women Running. A mi personalmente me parece una iniciativa cojonuda que, ante todo, pretende crear el hábito de correr de una forma, como dicen ellos, “divertida, sana y en grupo”.

Es momento de aplaudir el trabajo que están haciendo estos monitores, que entrenan durante tres meses a medio millar de mujeres de entre 18 y 45 años. Ojo al dato. Tendrán otras dedicaciones profesionales, otros quehaceres, pero aún así sincronizan zancadas para sacar tiempo y se lo dedican a personas que hacen poco -o ni siquiera, hasta la fecha, hacían- deporte.

Y algunas de las valientes (que son muchas más)

Conozco a varias de las involucradas en esta iniciativa y no os podéis imaginar la alegría y el optimismo que derrochan. Han pasado de una absoluta inactividad a engancharse por completo. Chicas que antes no corrían y que ahora siguen una planificación, una serie de entrenamientos dirigidos con cabeza -por gente que sabe-. A muchas de ellas les ha picado el venenillo este del running y, por lo tanto, es muy probable que se traduzca en hábito. Casi nada el efecto que tiene haberse iniciado de esta manera.

Fomentar el deporte planteando un reto aparentemente inalcanzable es la clave del éxito de la organización. Al fin y al cabo, las 500 nuevas corredoras han empezado a darse cuenta de que con esfuerzo y dedicación se puede conseguir cualquier meta. Seguro que el próximo 8 de junio, cuando se materialice la 10k, muchos de los que allí coincidamos veremos caras de euforia envueltas en una marea rosa que no cesa.

Como era hora de felicitarles a ellos por proponerlo y a ellas por culminarlo, mi lanza ha quedado hecha viruta. Mejor así que con la punta afilada.