Estamos en época navideña y por aquello de condensar diversos compromisos en los que interviene el vino pueden darse situaciones de mesa y mantel que implican un más que posible sonrojo. Son circunstancias que seguramente pueden experimentar aquellos que deambulan entre los veintimuchos y los trentaypocos. Por lo tanto sirva este post a modo de recomendación, como si fuese un consultorio de magos de medianoche con remedios eficientes. Si aún así uno se ve entre la espada y la pared siempre está a tiempo de tirar una bomba de humo y esfumarse cual huidizo escapista. Ahí van los antídotos para unas más que probables situaciones incómodas.
Mis suegros me invitan a comer en Navidad… y no sé qué llevar
Lo malo es que todavía no los conoces demasiado. Qué apuro, ¿eh?. Si tuvieses rollete con ellos sería más fácil pero acabas de entrar en su casa y todavía te miran con cierta escama. Yo que tú optaría por algo que nunca falla: burbujas. Si te sobran unos eurolos apuesta por alguna marca conocida de champán francés pero apréndete la historia de la botella no vaya a ser que tu suegro, ese de cara de pocos amigos, controle y te deje en evidencia. Otra opción es decantarte por cava. Pero para que vean que no racaneas lleva un mágnum. Alucinarán de tu generosidad y del interés que le has puesto al detalle. Ni se te ocurra llevar postre porque una suegra nunca baja la guardia y piensa en todo.
¿Qué hago con el vino que me han regalado en el aguinaldo?
Pues si son burbujas regálaselas a tu suegro y quedas bien… a coste cero. Aunque dependiendo de la gratificación de tu empresa es probable que sea un Peleón Cuvée y el susodicho te deje en mal lugar. Otra opción es informarte de la botella que tienes en tus manos antes de descorcharla. Entra en Internet, búscala y lee quién es y de dónde viene. Luego saca tus conclusiones una vez abierta. Por último, como todavía tendrás muchas cenas y comidas navideñas, llévala a la siguiente. Utiliza el típico “me la han regalado y no sé qué hacer con ella”.
¿Cómo elijo vino en el supermercado?
Difícil tarea. En menudo berenjenal te has metido. Sabes que en esos establecimientos no recibes ningún tipo de asesoramiento así que te verás frente a muchas referencias sin saber cuál escoger. Dicen que la primera botella la vende el diseñador así que quizá alguno de tus impulsos se guíe por la imagen que te transmita. Recuerda también que la segunda la vende el enólogo. De todas formas, busca una zona que te guste o decántate por otra que desconozcas por completo. Fíjate en el precio y a partir de ahí tú mismo. Podrías haber ido a una tienda especializada y habrías evitado ese momento de verte sólo ante el peligro. Para la próxima ya sabes.
Organizo comida en casa y quiero quedar bien
No te la juegues y acude a una tienda donde recibas atención y algún tipo de orientación. Dile al tendero cuál es el presupuesto que tienes en mente y qué platos vas a preparar. Déjate aconsejar en cuanto a tipos y al orden de aparición. Verás cómo aciertas y, además, habrás ganado un nuevo amigo. Ni se te ocurra sacar la botella del aguinaldo porque en muchas ocasiones suelen ser de una gama baja que no estará a la altura de las ansias que tienes porque tus invitados queden satisfechos. Si en lugar de ser anfitrión eres tú el invitado actúa de igual forma. Ayúdate del tendero que simplificará mucho tu búsqueda.
En la cena de empresa me ha tocado el listillo de turno
Los sabelotodo están por todas partes, hasta en tu mesa durante la cena de Navidad. Al principio escuchas sus teorías, llegas incluso a prestarle atención y hasta conversas con él. Pero cuando se pone cansino ya no sabes qué hacer. Propongo actuar como lo hace mi amigo Jesús Larumbe, que corta directamente hablando de algo totalmente contrario. Cuando alguien le suelta la chapa parloteando de heavy metal, por ejemplo, él empieza a describir minuciosamente cuáles son las tareas que requiere la viña a lo largo del año. El pesadito de turno sale pitando.
Lo más grosero, pero también lo más efectivo, es pedirle silencio o mandarlo a escaparrar. Otra opción es poner cara de haba y disparar la mente enumerando las provincias de España o amueblando la casa. Piensa en lo que quieras y deja que el plomizo charre y beba… al final se caerá él solico.
En un acto social ¿cómo paso por experto sin serlo?
Mal lo llevas. Aparentar algo que no eres conlleva un elevadísimo riesgo. Meterás la pata seguro porque te pillarán a la primera de cambio. No eres un versado iniciado pero eres humilde. Con modestia y sencillez darás mejor imagen que no intentando jugar a ser especialista. Yo que tú no lo intentaría. Distingue qué vino te gusta y por qué. Lo mismo con los que no te satisfacen. Este mundillo mola mucho y está muy por encima de competir por ver quién tiene más conocimientos. Si finges puedes llegar a convertirte en el listillo de turno que te dinamita las cenas de empresa en Navidad. Cuidadín.
¿Cómo actúo en un restaurante?
Pues con la misma humildad de siempre. Si te pierdes leyendo la carta de vinos busca directamente al sumiller. Dile qué platos vas a tomar y ponte en sus manos para que escoja él las referencias. Márcale un precio máximo para que no te asustes al final de la comida y que te recomiende. Es algo muy sencillo y, sobre todo, muy gratificante.